Sin Parar fue por años la marca de los adolescentes incomprendidos, pero esos adolecentes se volvieron adultos, la generación cambió por completo. Debíamos empezar a construir una comunicación que le hable más a los nuevos adolescentes y la única forma de hacerlo es conectando con lo que sienten.

En una etapa tan difícil como la adolescencia, el éxito y el qué seré cuando sea grande, es un problema constante que los afecta, la presión por estar haciendo algo que le sume a tu futuro es muy fuerte. Pero en esas miradas de preocupación también está la confianza de que ven las cosas de manera diferente y que están a una idea de cambiar el mundo. Los ejemplos abundan, pero digamos que el más famoso es Mark Zuckerberg. La historia da vueltas, hoy estás arriba y mañana estás abajo, esta mirada fue lo que quisimos darle a los adolescentes, para alimentar un poco el hambre de alcanzar su propio éxito.